¿Estás a punto de enfrentarte a un despido o ya estás pasando por ello? En este artículo vamos a repasar los distintos pasos de un proceso de despido formal que cumpla con las normas del Estatuto de los Trabajadores y la legislación española.
Notificación por escrito al trabajador
El primer paso es, obviamente, que te pongan en conocimiento por escrito que han decidido prescindir de tus servicios. En este comunicado escrito deben constar las causas del despido y se ha de indicar expresamente la fecha efectiva en que se da por disuelto tu contrato laboral. Esta es la fecha en que a efectos oficiales ya no estás contratado.
La empresa está obligada a realizar esta notificación, y es responsable de demostrar que el trabajador la ha recibido. El envío de la notificación de despido se puede realizar de diferentes formas, por ejemplo, por medio de carta certificada o por entrega en mano en el mismo centro de trabajo. Normalmente, este es un trámite que realiza el departamento de Recursos Humanos.
El plazo de preaviso
La ley también estipula un plazo obligatorio de un mínimo de dos semanas de antelación para notificar el despido. Es decir, la comunicación por escrito debe estar fechada al menos dos semanas antes que la fecha efectiva del despido. Esto puede variar según las circunstancias: por ejemplo, si se trata de un despido disciplinario no hay obligación de notificarlo con antelación.
Además, la fecha que consta en la notificación por escrito también es importante porque indica el día en que ya no tienes responsabilidad laboral con esa empresa, es decir, que ya se ha disuelto el contrato. Pero además porque esta es la fecha en que comienza el cómputo del plazo que tienes para reclamar si no estás de acuerdo con tu despido.
El finiquito
Aunque su nombre pueda resultar un tanto chocante, el finiquito es un documento legal y vinculante donde se especifica el pago final o la indemnización que recibirá el trabajador por su despido. En el finiquito deben constar la propuesta de liquidación final de la empresa, así como los pagos pendientes, deducciones y retenciones monetarias del trabajador, y tiene que estar firmado por ambas partes para que se considere vinculante.
El finiquito no es un documento de liquidación exclusivo de un despido, sino que ha de realizarse en caso de cualquier tipo de extinción laboral, por ejemplo también en caso de un despido voluntario o al término de un contrato temporal.
Los motivos del despido
Dentro del Estatuto de los Trabajadores se contemplan dos tipos de despido por parte de una empresa:
- El despido objetivo: se trata de un despido justificado por causas relacionadas con el trabajador (por ejemplo, que es incapaz de cumplir bien con sus tareas) o con la empresa (por ejemplo, causas económicas o técnicas, así como falta de dotación económica).
- El despido disciplinario: se trata de un despido por “incumplimientos graves y culpables” del trabajador. La empresa debe poder probar estos incumplimientos, y en el Estatuto de los Trabajadores también se recogen ejemplos de a qué se puede considerar “grave y culpable”, para evitar despidos improcedentes. Por ejemplo, abuso de alcohol u otras sustancias en horario laboral, falta de puntualidad o ausencias injustificadas de forma repetida, abuso de confianza o trasgresión de la buena fe contractual, y acoso a otros miembros de la empresa.
¿Qué es un despido improcedente?
Un despido improcedente es un despido que no cumple con las normas de la legislación vigente, y por lo tanto no es legal. El despido puede considerarse improcedente por varias razones:
- La empresa no ha cumplido con los requisitos legales que te hemos mencionado más arriba: por ejemplo, si no te han notificado a tiempo por escrito o en la carta no aparecían la fecha y/o los motivos de tu despido.
- No se trata de un despido que pueda considerarse un despido objetivo o un despido disciplinario, aunque la empresa así lo haya indicado en la notificación de despido. Por ejemplo, un despido disciplinario puede llegar a declararse improcedente si el trabajador demuestra, por ejemplo, que la reiterada falta de puntualidad que se alega no es cierta. Un despido objetivo también puede declararse improcedente si se demuestra que la alegada falta de solvencia económica de la empresa no es verdad, por ejemplo. En esta lista de despidos improcedentes reales puedes hacerte una mejor idea sobre cómo funciona esto.
Qué hacer si no estás de acuerdo con tu despido
En primer lugar, si crees que tu despido puede ser improcedente, si no estás de acuerdo con las formas o si tienes cualquier duda, lo mejor es que no lo firmes. Es mucho más fácil impugnar un despido improcedente si no lo has firmado.
En líneas generales, para reclamar tu despido tienes que presentar un documento administrativo, que en España es una papeleta de conciliación, ante el Servicio de Mediación y Arbitraje. Puede que a través de este organismo puedas llegar a un acuerdo con tu empresa, pero si esto no es así, el siguiente paso sería presentar una demanda ante el Juzgado de lo Social. En este último caso es obligatorio que cuentes con los servicios de un abogado.
A partir de aquí serán los órganos judiciales quienes decidan si tu despido es improcedente o no. La resolución posterior puede pasar por la obligación de que la empresa te vuelva a readmitir o por pagarte una indemnización por despido improcedente.