Escribir un CV no es una labor sencilla. Obviamente, no constituye ningún género literario, así que no se necesitan enormes dotes narrativas, pero sí la inteligencia y la perspicacia suficiente para escoger de forma precisa las palabras adecuadas que mejor nos describen y que proyectan la imagen que queremos ofrecer al que lo lea. Es en este momento cuando se puede poner de manifiesto que padecemos algún sesgo cognitivo como, por ejemplo, “el síndrome del impostor” o el sesgo “Dunning-Kruger”. En este post te explicamos qué son estos dos sesgos cognitivos y cómo pueden llevarnos a crear un CV fallido que no refleje quiénes somos verdaderamente y nos empuje a un trabajo que no se adapte a nuestro perfil.
¿Qué es un sesgo cognitivo?
Empecemos primero por definir qué es un sesgo cognitivo. Un sesgo cognitivo es la interpretación errónea sistemática de la información que tenemos y que utilizamos para crear nuestros pensamientos, juicios y decisiones. El concepto de sesgo cognitivo fue introducido por los psicólogos israelíes Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1972. Son atajos mentales que nos llevan a pensar de una determinada manera o a tomar decisiones aparentemente lógicas pero que en realidad no están determinadas por la racionalidad.
Esta irracionalidad en forma de sesgo cognitivo puede surgir también cuando nos enfrentamos a la tarea de escribir nuestro CV. Es decir, a la tarea de plasmar nuestra vida laboral en unas pocas páginas de información.
Cuando llega ese momento y nos ponemos delante de ese folio en blanco que será nuestro CV, normalmente nos planteamos cuestiones cómo: ¿debe ser mi CV un reflejo literal de mí mismo, mis capacidades y logros profesionales? ¿Debo exagerar? ¿Debo quedarme corto? ¿Cuál es el margen “justo” y razonable entre lo que “vendo” en mi CV y lo que he hecho en realidad?
Pues bien, ese margen va a depender del propio concepto que tengamos de nosotros mismos y de nuestra subjetividad al valorarnos. Es decir, de los sesgos de nuestro pensamiento intuitivo.
Los riesgos de un CV potenciado por el sesgo “Dunning-Kruger”
En el momento de elaborar un CV, un narcisista o un inocente interpretará su vida profesional exagerando sus logros hasta un punto que cualquiera que le conozca no compartirá que sea merecedor de tal valía. En psicología este tipo de comportamiento pone de manifiesto que la persona en cuestión puede padecer el sesgo de Dunning-Kruger. Es decir, individuos que, como decíamos, por narcisismo o por inocencia creen que sus habilidades y competencias son mejores de lo que realmente son. Personas de las que se podría decir que padecen “la osadía del ignorante”. Gente cuya incompetencia no les permite ver lo incompetentes que son, sencillamente, porque no son capaces de hacer el ejercicio de comparar su rendimiento con respecto al de los demás.
Pecar de este sesgo no es baladí para ninguno de nosotros, ni para las personas que nos rodean. De hecho, significa un importante riesgo para la propia salud mental, sencillamente, porque puede empujarnos a afrontar retos vitales para los que no estamos preparados, como por ejemplo, realizar determinados estudios o postularse para un puesto de trabajo que nos quede grande.. Y si un reclutador no detecta a tiempo un CV fallido a causa del sesgo de Dunning-Kruger, puede ocurrir que contrate a un individuo que no será capaz de desempeñar su trabajo de forma eficaz.
Lo contrario: el síndrome del impostor
Pero el Dunning-Kruger no solo puede ser el responsable de que una persona construya un CV fallido que le lleve a un trabajo fallido. También existe el sesgo contrario: el “síndrome del impostor”.
Se trata de otro sesgo cognitivo que sufren las personas en sentido totalmente opuesto al Dunning-Kruger. Son individuos que a pesar de tener mejores habilidades y más talento que el narcisista o el inocente, no serán capaces de valorarse de forma realista, juzgándose con excesiva crítica y subestimándose casi siempre.
Tanto los Dunning-Kruger como los impostores tendrán grandes posibilidades de construir un CV fallido, que no refleje la realidad de su trayectoria profesional y sus logros.
Por eso, cuando nos enfrentamos a ese folio en blanco del que hablábamos al principio es imprescindible hacer un ejercicio de autocrítica, basado en la humildad pero alejado de la autocompasión, y hay que escuchar mucho a los demás, pues el feedback interno a veces falla y es entonces necesario contar con la opinión de personas cercanas que nos conozcan en profundidad y nos cualifiquen de manera objetiva.